En el campo, cuando los obreros se quedan solos y la soledad arrecia,
una oveja -dicen las malas lenguas- ha servido de compañera íntima en
más de una ocasión. Pero la oveja humana no es la cruza
entre un pastor y uno de los lanudos animales. La primera Quimera del
mundo (parte animal, parte humana) fue posible gracias a la introducción
de células humanas en el peritoneo del feto de la oveja.
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